El tiempo me ha ayudado a contemplar de otra forma lo que es la soledad. Ahora sí me siento dueño de mi tiempo y de lo que quiero, pero sè que me ha costado mucho trabajo. Acaso làgrimas y uno que otro delirar. Pero cómo explicar todo lo que ha sucedido en mi vida a ùltimas fechas. Hoy por la mañana me fijaba en escribir la madurez que estoy adquiriendo y la modalidad nueva que he descubierto al intentar estar feliz y encontrar la solución al malestar de la soledad. He pensado últimamente en las revelaciones que han ocurrido a estos 24 años. Los cuales han transcurrido de manera vertigtinosa. Sin descanso, sin dejar de empezar de nuevo. Sin dejar de enfrentarme a nuevos retos y nuevos caminos en los que demostrar la fortaleza y la fuerza humana (emocional) que tengo. Dadas las circunstancias de hoy en día, soy capaz de asegurarme un futuro prometedor en el que las barreras que encoentraba de pequeño ya no existen y donde las puertas pueden aser abiertas de par en par; decidiendo siempre para mejorar y tal vez para aprender de las estupideces de los demás. Eso sí, he aprendido de los tropiezos de los demás. Creo que fue una forma de aprendizaje. Pero, sabes, creo que ha llegado el momento del desapego y de la transformación de mis ideales. El momento de elegir andar solo y con la frente en alto. Sin sentirme culpable por lo que pienso, hago y digo. Pero estoy casi seguro que pronto enconetraré lo que necesito. Las distinciones....que distinto es saber distinguir entre placer y disfrute. Entre amor y pasión. Entre amistad y compromiso. Distinguir entre lo que es real y lo que es virtual. Aunque en este aspecto no tengo mucho que distinguir. Creo que mi vida virtual absorbe a la real. A veces me siento en un mundo del cual soy adicto sólo al teclado y a las amistades virtuales. Me siento abrumado, y después de tiempo de estar buscando viene el sentimiento de culpa que a veces mata.
Pregunta: ¿Qué habrá ocurrido?
Respuesta: en un piso 32 de esta ciudad...
